El valor de educar. Fernando Savater

I. El Aprendizaje Humano
II. Los contenidos de la enseñanza
III. El eclipse de la familia
IV. La disciplina de la libertad
V. ¿Hacia la humanidad sin humanidades?
VI. Educar es universalizar
Valoración de la obra



I. El Aprendizaje Humano

Al comienzo de su obra, Savater cuestiona una opinión popularmente extendida:

Aquellas personas que se adentran en la compleja tarea de ser maestro, como profesional, no son capaces de dar más de si mismos en cuestión universitaria.

Bajo mi punto de vista, se trata de una opinión que pese a ser generalizada es errónea, considero que dicha opinión es irreflexiva, ya que llegar a ser un gran profesional en el campo de la enseñanza requiere el mismo esfuerzo, capacidad, entrega y dedicación que ser un buen médico, al igual pienso que es una carrera puramente vocacional e inspirada en el deseo de desempeñar el proceso de enseñanza más allá de la responsabilidad.

Todas las personas terminamos inmersos en el proceso educativo, sin llegar a entender en muchas ocasiones cual es su fin, ya que nos adentramos en él por el mero hecho de nacer en una sociedad que intenta remediar la ignorancia inicial con la que naturalmente todos venimos al mundo. Puesto que ser humano consiste en la vocación de compartir lo que ya sabemos entre  todos, enseñando a los recién llegados al grupo, cuanto deben conocer para hacerse socialmente válidos. Enseñar es siempre enseñar al que no sabe. La primera titulación requerida para poder enseñar es haber vivido. El hombre llega a serlo a través del aprendizaje. La vida humana consiste en habitar en un mundo en el que las cosas no sólo son lo que son sino que también significan; pero lo más humano de todo es comprender que si bien lo que sea la realidad no depende do nosotros. Kant constata el hecho de que la educación nos viene siempre de otros seres humanos y señala las limitaciones que derivan de tal enseñanza: las carencias de los que instruyen reducen las posibilidades de perfectibilidad por ví­a educativa de sus alumnos.

II. Los contenidos de la enseñanza

El primer objetivo de la educación consiste en hacernos conscientes de la realidad de nuestros semejantes.

Sin embargo, debido a que la enseñanza es una tarea compleja, llega un momento en el que el saber no debe ser enseñado únicamente por nuestros semejantes más cercanos. Es entonces cuando el papel de la escuela adquiere gran importancia, en la formación no sólo de conocimientos, sino también a nivel personal, además de prevenir problemas que si se dejaran, después serán más difíciles de resolver y constituirán un problema en la sociedad.

Por todo lo expuesto, debemos considerar del mismo modo los aprendizajes obtenidos de nuestros semejantes, ya que para realizarnos hemos de recoger influencias de ambos ambitos, y para obtener provechosos frutos en la escuela, hemos de haber recibido una influencia consistente de nuestros ambitos primeros y más cercanos.


III. El eclipse de la familia

Del mismo modo la escuela ha de contar siempre en todo momento con el apoyo y colaboración de la familia. Antes de llegar a la escuela, ya hemos recibido educación por parte de nuestro entorno familiar. Es aquí­ donde el niño debe aprender aptitudes tan fundamentales como hablar, asearse, vestirse, normas de convivencia y de respeto a los mayores, etc. para entrar a formar parte de la sociedad y empezar a formarse como ser humano. Pues todo ello conforma la socialización primaria.

Más tarde la escuela, los grupos de amigos, el lugar de trabajo, etc., llevan a cabo la socialización secundaria, en la que adquirirán conocimientos y competencias de alcance más especializado.

Ha de haber una estrecha colaboración entre ambas para obtener mayores beneficios. Por lo que debemos evitar abandonar dicha socialización a la escuela totalmente, ya que esta no podrán desempeñar correctamente sus tareas sin esa "base familiar".

Por otro lado cabe mencionar que la sociedad de hoy y sus exigencias hacen que determinados aspectos considerados fuente de conocimiento y de formación hayan cambiado. Si antes eran nuestros modelos a imitar y a seguir nuestros familiares más directos y maestros, ahora es la televisión la que ofrece modelos de vida y valores. Ocupando así­ la misión de esa socialización primaria, que deberán abordar las familias para el desarrollo viable del niño.

IV. La disciplina de la libertad

Otro de los temas abordados por Savater, es la disciplina de la libertad, comienza comentando un hecho que le sucedió a George Steiner, que afirma que ningún niño quiere aprender o por lo menos no quieren aprender aquello que le cuesta trabajo asimilar y que le quita el tiempo precioso que desea dedicar a sus juegos.

Es cierto que en muchas ocasiones, los docentes, forzamos la libertad de los niños, para que de alguna manera aprendan cosas que, aunque no sean de su agrado, serán vitales para la subsistencia en la sociedad.

Según Savater el objetivo explícito de la enseñanza en la modernidad es conseguir individuos autenticamente libres. La libertad no es la ausencia original de condicionamientos, sino la conquista de una autonomí­a simbólica por medio del aprendizaje.

Es por ello que aunque se intente formar una libertad, se ha de forzar en ocasiones para lograr este objetivo.

Para ello el maestro inspira a desarrollar las virtudes sociales. Pero siempre teniendo en mente que el maestro guía, y el sujeto aprende, y que se ha de imponer una cierta disciplina y autoridad para ello.


V. ¿Hacia la humanidad sin humanidades?

Otro problema a destacar ultimamente en el proceso educativo es que, los conocimientos técnicos están desplazando cada vez más al de las humanidades, ya que suponen una utilidad práctica inmediata.

Debemos tener en cuenta que las facultades que el humanismo desarrolla son la capacidad crítica de anáisis, la curiosidad, el sentido de razonamiento lógico, etc... de las cuales podemos obtener un gran beneficio para nuestra formación integral.

El maestro ha de sacar el máximo partido de la educación humanística, esforzandose en que los demás reciban parte de sus conocimientos aportándoles todo lo posible y estimulando siempre a asumirlo y que hallen por su cuenta.

Todo lo contrario de esta actitud es la pedanteí­a, que es aquel que no pretende enseñar, sino dejarse ver y probarse así mismo como el más sabio. Es el pedante aquel que exalta su conocimiento propio por encima de la comunicación y el intercambio de conocimientos y experiencias.

La gran verdad, dice Fernando que es que no hay educación si no hay verdad que transmitir. La metodología científica e incluso la simple cordura indican que las verdades no son absolutas sino que se nos parecen mucho.

Hay que potenciar en quienes aprenden la capacidad de preguntar, y preguntarse, esa inquietud sin la cual nunca se sabe realmente nada aunque se repita todo.

Otro aspecto de la educación humanista que es necesario señalar es que la dimensión narrativa que engloba y totaliza los conocimientos por ella transmitidos. Los humanos no somos problemas ni ecuaciones, sino historias.

El fomentar la lectura y la escritura entre los niños de hoy es una tarea de la educación humanista que resulta más fácil de elogiar que de llevar a la práctica. El principal encuentro entre los chicos y los libros se produce en los pupitres del colegio.

VI. Educar es universalizar

La educación no es nada nuevo, los primeros grupos humanos de cazadores-recolectores educaban a sus hijos. Ese proceso de enseñanza nunca es una mera transmisión de conocimientos objetivos o destrezas y de un proyecto de sociedad.

John Dewey señalo que los que recibieron educación son los que la dan; los hábitos ya engendrados tienen una profunda influencia en su proceder.

La sociedad prepara a sus nuevos miembros del modo que le parece más conveniente para su conservación, no para su destrucción. La educación es siempre en cierto sentido conservador, por la sencilla razón de que es una consecuencia del instinto de conservación.

La enseñanza transmite porque quiere conservar; y quiere conservar porque valora positivamente ciertos conocimientos, comportamientos, habilidades, ideales, etc. La educación nunca es neutral, y el maestro tampoco puede ser neutral

De esta manera, el educador ha de hacer que se reconozca todo lo pasado, y hacer que se conserve todo lo válido de ello, ya sea a nivel de actitudes, conocimientos, habilidades.

Es así­ como se intenta favorecer la formación del ser humano inmerso en la sociedad, que conozcan su sociedad, participen en ella y están siempre abiertos a nuevas influencias positivas para el avance de la misma.

Al igual se promueve la universalidad democrática, en el que ha de valorarse el conjunto para despues pasar a sus detalles.

Es esta la idea de que aunque en años de escolarización superior se especialicen los conocimientos, anteriormente se ha de haber tratado una visión global. y esto ha de llevarse a todos los seres humanos, sin impedimentos por nivel económico, raza o sexo.

Es por ello que en estas sociedades democráticas la educación es obligatoria, para ­ no romper nunca el proceso de conservación, aunque siempre respetando las orientaciones que las familias posean, y es esto lo que hace que la enseñanza deba ser pluralista y con múltiples salidas, y que se transmitan los contenidos que hagan que el educando se ponga en contacto con la realidad de la época en la que vive, y siempre tener como uno de los objetivos la igualdad y la erradicación de las diferencias.


VALORACION DE LA OBRA

Lo más destacable es el acierto de Savater en sus ideas y opiniones. Lo mejor es que ha sabido exponer su pensamiento y explicarlo de una forma a menudo inmejorable en algunas de sus frases. Me parece muy interesante la forma que tiene de exposición, con su atención por todos los detalles, casos posibles y excepciones que puedan darse, ajustando sus ideas a la practica; descartando todas las dudas que puedan surgir.

Por otro lado he de decir que aunque sus ideas sintetizadas son excelentes, cuando las desarrolla se llega a hacer algo monotono; A menudo empieza hablando de una cosa, y, si para hablar de esa cosa tiene que hacer alusión a otra, comienza a hablar de la segunda y deja la primera sin llegar a ninguna conclusión.

Finalmente merece especial mención la carta a la ministra, en la que Savater pone en evidencia todas las decadencias del sistema educativo español. En esta carta afirma que el hecho de ser ministra y no ministro no ha influido en escribir dicha carta, y afirma que la enseñanza debe ser pluralista como la sociedad.